¿Qué es el ictus?

Según indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ictus es un tipo de afectación cerebral focal no convulsiva, de más de 24 de evolución. Para entenderlo mejor, podemos decir que un ictus está provocado por una interrupción inesperada del flujo sanguíneo en el cerebro. Al producirse esta interrupción, algunas de las células situadas en el cerebro, se ven afectadas, provocando así una alteración del funcionamiento normal.

Prevalencia

En España, el ictus es la principal causa de daño cerebral, provocando el 95% del total de los daños cerebrales que se producen al año. Este porcentaje, en datos, refleja que en España se producen más de 99000 ictus al año, según indica la Federación Española de Daño Cerebral.

Como podemos comprobar, el ictus posee una gran prevalencia, que aún es mayor en las personas mayores. Tanto es así, que los datos reflejan una prevalencia de unos 6000 casos por cada 100000 habitantes, una vez alcanzada la edad de 64 años.

¿Hay distintos tipos o siempre es igual?

Podemos destacar dos tipos principales de ictus, que son el hemorrágico y el isquémico. En el caso del ictus hemorrágico, está producido por una hemorragia interna en la zona cerebral, haciendo que aumente la presión intracraneal y produciendo el accidente, y en el ictus isquémico, que representa el 80-85% de los casos, ocurre lo contrario, ya que surge a partir de un trombo que impide que el cerebro obtenga un aporte correcto de oxígeno.

¿Podemos anticiparnos? ¿Se puede identificar?

Por ello, es muy importante que sepamos identificar un posible caso de ictus, ya que una detección inmediata es crucial para poder actuar lo antes posible, y poder salvar incluso la vida de la persona que está sufriendo el accidente cerebral.

Así pues, según la Sociedad Española de Neurología (SEN), los signos de alerta que podemos encontrar en una persona que está padeciendo un ictus son los siguientes:

1; Pérdida repentina de fuerza en la cara, pierna y/o brazo de un lado del cuerpo.

2; Pérdida de sensibilidad o sensación de “hormigueo” en brazo y/o pierna de un lado del cuerpo.

3; Dolor muy intenso y repentino de cabeza, sin tener una causa aparente.

4; Alteraciones en el habla y dificultad para expresarse y ser entendido en una conversación cotidiana.

5; Pérdida total o parcial de la visión en uno de los ojos o en ambos.

6; Sensación de inestabilidad, sentimiento de desequilibrio o sufrir una caída sin una causa aparente.

¿Deja secuelas en la personas que lo sufren?

Las secuelas producidas por un ictus pueden ser muy diversas según cada caso concreto y la intensidad de la afección. De hecho, las estadísticas nos muestran que solamente un tercio de los afectados llega a recuperarse de forma plena, otro tercio tendrá secuelas que durarán durante el resto de su vida (con diferentes grados de afección y gravedad) y el otro tercio, desgraciadamente, acabará falleciendo.

Como hemos podido comprobar, el ictus es un problema de salud muy frecuente en las personas mayores, y debemos tener muy presente los indicadores que pueden mostrar las personas que pueden estar sufriendo este problema para actuar lo antes posible.

Todas nuestras cuidadoras son conocedoras y conscientes de la gravedad que el ictus supone, y conocen a la perfección los cuidados que un afectado debe tener, que dependerán en buena medida de si padece secuelas y la magnitud e intensidad de las mismas.